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jueves, 15 de enero de 2009

95 meses y contando

Evitar la catástrofe climática es todavía alcanzable pero podríamos necesitar aprender de los Victorianos y aplicarlo

Andrew Simmons
The Guardian

Desde hoy, basándonos en las mejores estimaciones disponibles (1), tenemos ocho años para enfrentarnos a una potencialmente incontrolable agitación climática (2). ¿Qué puede pasar en ocho años? Mucho, realmente. Una guerra mundial puede comenzar y terminar. Dos, en realidad.
El mes pasado, hubo un deslucido encuentro en Poznan, Polonia. Se mantuvieron charlas sobre las futuras conversaciones que se producirán al final de este año en Copenhague. Pero, eso fue todo, charlas. Ahora, en año nuevo, la resaca y el hastío ambiental podrían probar ser una combinación letal. Pero, frótate los ojos y ábrelos a 2009, la historia nos dice que grandes cosas son posibles. Todavía estamos bajo control. Sólo necesitamos construir rápidamente nuevos sistemas de transporte y energía y cambiar nuestro comportamiento.
Sólo parece que hemos olvidado de lo que somos capaces.
Los ingenieros Victorianos habrían estado aterrados de nuestra timidez. Dentro de nuestro marco de tiempo de ocho años, por ejemplo, entre 1845 y 1852 había 4.400 millas de raíles del tren colocados en Gran Bretaña.
Hoy, necesitamos desesperadamente sacar a la gente de sus coches y ponerlos en un trasporte más limpio. Pero, después de una década de trabajo y con cerca de 9000 millones de libras gastados sólo para mejorar nuestra línea principal de la costa oeste, todavía no funciona (3) correctamente cuando se “abrió” el mes pasado.
Da un salto al fin de semana de 1892. En los estándares contemporáneos, los ingenieros comenzaron un proyecto impresionante y ambicioso en la mañana del sábado 21 de mayo y lo terminaron a las 4 am del siguiente lunes por la mañana, el 23 de mayo. En sólo dos días, un pequeño pero perfectamente coordinado ejército de 4200 trabajadores, colocaron un total de 177 millas de raíles a lo largo de la ruta Great Western en el suroeste, convirtiendo las viejas anchas líneas de vía al nuevo estándar o de vía estrecha.
Cuando Barck Obama aún espera para asumir la presidencia, debe ser muy consciente del otro gran, también de corta duración, nuevo amanecer americano que comenzó en 1961 cuando John F. Kennedy se convirtió en Presidente.
En los primeros meses de gobierno, Kennedy anunció su intención nacional de poner un hombre en la luna. Aunque el anunció pareció literalmente una fantasía para su tiempo, sólo ocho años después, en Julio de 1969, los Estados Unidos consiguieron su objetivo. En el momento en que las misiones a la luna (4) terminaron en 1973, se estima que 20.000 millones de dólares habían sido gastados.
Para una comparación significativa de lo que representaría hoy, necesitas tener en cuenta su participación relativa de Producto Interior Bruto (GPD, siglas en inglés). Que produce la cifra equivalente moderna a un sustancial 200.000 millones de dólares. Es enorme. Pero considerando la naturaleza icónica del proyecto, el comienzo en el aire que tuvo, y la velocidad de realización, parece más asequible hoy, comparado con las sumas que han producido la crisis financiera. Y, por supuesto, podría decir, “Hey, pones un hombre en la luna”. Con los tres millones que se han ido por la crisis bancaria puede, en el mejor de los casos, ser dicho, “Hey, podría haber sido peor.”
El programa Apolo fue gastado para que un puñado de hombres, se convirtieran en la única gente en la historia que puso pie en otro cuerpo celestial. Ahora, ¿qué precio es necesario pagar para preservar a toda la humanidad en las condiciones bajo las que la civilización surgió? En América, de hecho están invocando al programa Apolo como un precedente para la retrasada respuesta al cambio climático.
Hay ejemplos contrarios y negativos, también. De nuestra habilidad para movilizar recursos. Según el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz (4) la Guerra de Irak ha costado a los EEUU cerca de 3 billones de dólares La guerra se ha estado desarrollando durante algo menos de seis años, ha producido un enorme destrozo y está lejos de haber terminado.
Un número creciente de voces en el debate sobre el cambio climático están comenzado a expresar desesperación. Entre ellos están científicos y periodistas motivados, informados y preocupados. Bastante justo. Comparando las tendencias emergentes de los gases de efecto invernadero con el rastro de registros en el pasado de logros en conservación de energía, incremento en la eficiencia y la introducción de las opciones en energías renovables producen poco ánimo.
Pero eso es mirar al lugar equivocado para la esperanza. El comienzo de la gran transición es ya visible en las 1.000 flores floreciendo como proyectos de energía verdes a nivel local. Pero, el cambio a la energía limpia no ha sido, hasta ahora en ninguna parte una prioridad política de la escala de la guerra o el programa Apolo. Ni ha habido una ambición salvaje de que los arquitectos hicieron gala para construir su nueva infraestructura. Los ocho años que ahora nos quedan es tiempo suficiente si este tipo de audacia y visión pueden ser perseguidos hacia la resolución del apuro climático. Si lo construimos, llegará y la transición llegará a tiempo. Feliz año Nuevo.
Traducido por Mario Cuéllar para Globalízate
http://www.globalizate.org/guard050109.html
Más información en:
http://www.onehundredmonths.org/
Referencias
(1) http://www.guardian.co.uk/environment/2008/aug/01/climatechange.carbonemissions
(2) http://www.onehundredmonths.org/
(3) http://www.guardian.co.uk/uk/2008/dec/15/transport-railtravel
(4) http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2008/03/07/AR2008030702846_pf.html
Artículo original:
http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2009/jan/01/climatechange

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